¿Debería seguirse un método más riguroso a la hora de nombrar a los dinosaurios?

Han pasado 200 años desde que el paleontólogo William Buckland diera nombre al primer dinosaurio en ser descrito: Megalosaurus, un carnívoro del período Jurásico. Su nombre significa literalmente “gran lagarto” y, aunque simple, era perfectamente descriptivo.

Durante el último tercio del siglo XX la paleontología vivió un gran avance, con decenas de nuevas especies descubiertas en el intervalo de pocas décadas. Y a medida que se descubrían nuevas criaturas, la clasificación de estos animales se volvía más compleja y, en ocasiones, aleatoria.

Mientras que los nombres de los géneros, familias y otras categorías taxonómicas amplias suelen ser descriptivas – por ejemplo, Triceratops significa “cara con tres cuernos” –, el de las especies a menudo ha sido bastante aleatorio: a veces se refiere al lugar donde han sido encontrados los fósiles, pero muy a menudo son epónimos, es decir, derivan de los nombres o apellidos de las personas involucradas en el descubrimiento (en ocasiones de forma bastante remota).

El debate sobre la nomenclatura

Una parte de la comunidad científica pide, desde hace muchos años, que se establezcan algunas líneas guía para nombrar a los dinosaurios de forma más rigurosa. Lo que proponen es que la nomenclatura sea lo más descriptiva posible, refiriéndose a características físicas del animal o al lugar en el que ha sido hallado, y evitando el uso generalizado de epónimos.

La crítica más común sobre los epónimos es que casi nunca tienen en cuenta a los participantes autóctonos de las expediciones, especialmente los descubrimientos que se hicieron en época colonial, y que tampoco tienen muy en cuenta a las mujeres. En algunos casos incluso se refieren a figuras controvertidas por sus actitudes coloniales.

En el ámbito de la zoología ya se han aplicado algunos de estos cambios: por ejemplo, recientemente la Sociedad Ornitológica Americana cambió el nombre a decenas de especies de aves que habían sido nombradas con epónimos referentes a personas con vínculos esclavistas o racistas, o que habían participado en acciones represivas contra las poblaciones nativas.

Esto también abre el debate a establecer una nomenclatura más inclusiva y respetuosa. Por ejemplo, algunos científicos critican el hecho de que muchos descubrimientos se hicieron en un contexto colonial y que entonces se usaban los nombres de lugares dados por los conquistadores, en vez de los usados por los nativos. Es un debate parecido al que se ha dado en el ámbito de la geografía, al devolver los nombres originales a lugares como Uluru (Ayers Rock) en Australia o Denali (Monte McKinley) en Alaska.

Sin embargo, esta cuestión divide a la comunidad científica, especialmente por motivos pragmáticos. Sostienen que el número de especies con nombres controvertidos es una minoría y que, simplemente, los problemas prácticos que implicaría un cambio de nomenclatura superan a los beneficios morales de cambiarla.

Muchos señalan que cambiar el nombre a una especie podría complicar la labor de los científicos, ya que a la hora de buscar y compilar información deberían hacerlo con el nombre nuevo y con el anterior. Además, a medida que pasara el tiempo cada vez menos gente conocería a una especie por su nombre antiguo, por lo que toda la información tendría que reescribirse, con el tiempo y esfuerzo que esto supondría.

El problema de la clasificación

Otro problema de esta nomenclatura arbitraria se refiere a los vínculos a menudo poco claros que se establecen entre especies relacionadas. El estudio de criaturas extintas, como los dinosaurios, implica que su clasificación taxonómica no es para nada fija, ya que a menudo se describen especies a partir de restos muy incompletos y no está nada claro donde encajan en el árbol evolutivo o incluso cuál sería su aspecto completo.

Parte de la comunidad científica aboga para que la nomenclatura se enfoque sobre todo en las descripciones físicas de características distintivas de cada especie (por ejemplo el ya mencionado caso del Triceratops), ya que establecen un criterio más claro. En cambio, l... https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/deberiamos-ser-mas-rigurosos-a-hora-poner-nombre-a-dinosaurios_21718

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