"Te preguntan: '¿Has tenido miedo?' ¿Cómo no voy a tener miedo?"

Unos días antes de que Vladímir Putin lanzara su llamada "operación militar especial" en Ucrania, Irene Savio llegó a Kiev junto a su compañera Leticia Álvarez Reguera, con quien estaba trabajando en reportajes sobre la tensión bélica en el Báltico.

Aquel 24 de febrero de 2022, Leticia despertó a Irene a los gritos: "¡Irene, las sirenas!". La invasión de la que tanto se había advertido, y que muchos no creían que pudiera ocurrir, finalmente había comenzado.

Así, de un momento a otro, Irene y Leticia estaban en medio de una guerra, y siendo unas de las pocas periodistas en el terreno en ese momento, fueron contactadas por un gran número de medios para que contaran de primera mano lo que estaba sucediendo. Así, tras un primer directo en televisión, salieron a la calle y sin pensarlo, ya estaban trabajando de nuevo. "No había tiempo para más".

Antes de Ucrania

Irene Savio creció entre Australia, Argentina y Europa; habla 5 idiomas (ahora está intentado aprender ruso), tiene un máster en Derecho Internacional, y junto a su colega Leticia ha escrito un libro enfocado en las migracionesMi nombre es refugiado.

Pero, sobre todo, Irene Savio siempre ha sido periodista. 

"Es el periodismo lo que ha apasionado mi vida", me dijo desde Kiev después de proponerle que nos contara cómo habían sido para ella, como corresponsal de guerra, estos dos años de conflicto.

Conocí a Irene cuando ambos trabajábamos para un diario en México. Ella como corresponsal en Roma y yo como coordinador de corresponsales internacionales. Y es que, casi toda su trayectoria, la ha dedicado a la información internacional, en zonas de conflicto y posconflicto. Además de Ucrania, ha trabajado en los Balcanes, Grecia, Turquía, Líbano, Túnez, Italia y también en algunos países de África y Latinoamérica.

Mirar más allá

"Lo que intento es no solo mirar el centro de la noticia, sino todo lo que está alrededor. No solo el contexto sino también las eventuales contradicciones", me dijo Irene sobre su forma de hacer periodismo.

De su experiencia en Ucrania, han surgido 13 relatos breves sobre la guerra en ficción realista, sobre situaciones cotidianas, a veces absurdas, que ha presenciado durante el conflicto.

"La idea es llevar a la persona que lee hasta el lugar, a sentirse físicamente presente en Ucrania, sentir su dolor, su tristeza, sus alegrías, las risas, las ganas de vivir que tenemos todos los seres humanos, porque nuestro instinto de supervivencia es muy fuerte".

Desde Kiev, donde continúa su labor periodística, Irene respondió algunas preguntas para National Geographic España sobre la cobertura del conflicto, más allá de los titulares. 

¿Cómo fue que llegaste a Ucrania?

La primera vez fue cuando empezó la guerra ruso-ucraniana. Era 2014 y fui básicamente porque soy un alma inquieta y me interesa el mundo eslavo. Desde entonces, Ucrania ha sido importante en mi vida, aquí crecí como persona y profesional.

También es cierto que ahora todo ha cambiado mucho, aquel grupo inicial de periodistas de 2014, del que hoy no queda prácticamente nadie en el terreno en Ucrania, trabajábamos en modo supervivencia, los fíxeres (personas que contratadas por los periodistas cuando viajan a una nueva ubicación) casi no existían y las mujeres éramos poquísimas en Crimea, en el Donbás. Además esta segunda fase de la guerra ruso-ucraniana es terrible para la gente común, pero sobre todo para los soldados en el frente.

¿Dónde estabas cuando Rusia lanzó su “operación MILITAR especial” en Ucrania?

En Kiev. Había llegado unos días antes con mi compañera Leticia Álvarez Reguera. Veníamos de trabajar en unos reportajes sobre la tensión bélica en el Báltico y aquella mañana, me despertó gritándome: ¡Irene, las sirenas! Imposible de olvidar.

Tengo una relación especial con Leticia por nuestra forma de ser y tal vez porque es en el caos y la dificultad que se ve quién eres. Nosotras funcionamos como un reloj suizo, muy racionales y funcionales en la reacción en circunstancias así. Así fue aquella mañana: después de hacer el primer directo por televisión, nos vestimos, salimos a la calle, buscamos un sitio más seguro y nos pusimos de nuevo a trabajar. No había tiempo para más.

"Es el periodismo lo que ha apasionado mi vida" 

Pero nunca me quise ir. Quería contar esta historia y he tenido muchas satisfacciones. Una que recuerdo ahora mismo: cuando aún Izium estaba ocupada por las tropas rusas llegamos muy cerca y el alcalde del pueblo nos dijo que éramos los primeros de fuera que veía en mucho tiempo. Así pudimos contar cómo los funcionarios ucranianos exiliados

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