El "duelo" de la chimpancé que no logra desprenderse de su cría fallecida

La historia de Natalia ha dado la vuelta al mundo: esta chimpancé occidental (Pan troglodytes verus) de 21 años perdió a su cría de forma inesperada en febrero de 2024, y ahora lleva 3 meses siendo incapaz de desprenderse de su cuerpo inerte, mostrando así un comportamiento similar al duelo que experimenta una persona cuando pierde a un ser querido. 

Al contrario de lo que pueda parecer, este proceso tan conmovedor desde el punto de vista humano es, en realidad, habitual dentro de las conductas de los chimpancés. De hecho, se ha documentado tanto en entornos vigilados como salvajes, y también "en otras especies que presentan un denominador común: una elevada inteligencia y un evidente comportamiento social y familiar", señala el veterinario y director de BIOPARC Valencia, Miguel Casares, para National Geographic. 

El grupo de este parque, donde habita la chimpancé junto a un macho y otras 4 hembras que han dado a luz en los últimos años, es muy cohesionado, por lo que su adaptación a nuevas situaciones se produce de manera conjunta. Con la reciente muerte, que constituye para Natalia la segunda pérdida de una cría, sus fuertes vínculos se han puesto de manifiesto a través del comportamiento empático del resto de integrantes, que acompañaron a la madre en sus primeros días de "luto".

El comportamiento de Natalia es conmovedor, pero no tan extraño

A la hora de observar las conductas animales, supone un reto desprenderse de la percepción antropocéntrica del mundo. Sin embargo, es necesario destacar que llamamos "duelo" al proceso experimentado por Natalia porque responde en cierto modo a la manera en que nosotros abordaríamos psicológica y emocionalmente la pérdida de, en este caso, un bebé propio. "Algo parecido sucede en la especie humana, pero no sabemos lo que pasa por la cabeza de estas hembras cuando han perdido la cría, solo podemos especular", añade Casares.

Por otro lado, si bien anteriormente se creía que la conciencia de la muerte era una capacidad exclusivamente humana, algunos estudios como el realizado en 2010 por James Anderson, psicólogo de la Universidad de Stirling, y publicado en la revista Current Biology, han descrito ciertos comportamientos tanatológicos tanto en chimpancés como en otros primates no humanos que demostrarían que no somos los únicos en "ritualizar" la muerte. En este sentido, el veterinario y director de BIOPARC Valencia insiste en que aunque el cuidado materno de una cría muerta "es infrecuente, porque ocurre a un porcentaje pequeño de ejemplares, no es inusual".

En 2018, la chimpancé Natalia ya experimentó la pérdida de una primera cría y, sin embargo, no tuvo dificultades para desprenderse del cuerpo rápidamente, lo que además sugiere que las reacciones a la muerte entre estos animales podrían ser aleatorias, incluso proviniendo del mismo individuo. Y al mismo tiempo, el conmovedor suceso revela aspectos fundamentales sobre la mortandad en crías de tan corta edad.

La pérdida también es habitual

Aunque no deja de ser "un hecho desolador", en palabras de los responsables del parque, los datos muestran que la mortalidad prematura en chimpancés es elevada: de acuerdo con un estudio elaborado por la Universidad de Kyoto, un 20% de los individuos no sobrevive a su primer año de vida, y una de las principales razones se relaciona, sorprendentemente, con la falta de experiencia de las madres para cuidar de sus crías. 

"En aquel tiempo (2018), para Natalia era su primera cría, y se la observó poco experimentada en el manejo de la cría: no la sujetaba bien, a veces la cogía boca abajo...", apunta Casares, "lo cual es bastante corriente en chimpancés, porque todas estas cosas las aprenden viendo a otras madres y por propia experiencia".

Por lo contrario, con la segunda cría fallecida los cuidadores del parque no observaron malas prácticas en Natalia, pero todavía no pueden determinar con seguridad su causa de muerte debido a que retirar el cuerpo supondría intervenir en un proceso natural. Todo apunta, no obstante, a que la madre no habría tenido suficiente leche en el pecho para alimentar correctamente a su bebé.