Joan Clarke, la única criptóloga del Proyecto Enigma
¿Cómo una máquina aparentemente impenetrable como Enigma pudo ser finalmente descifrada tras la Segunda Guerra Mundial? Tras esta pregunta se esconden algunas de las mentes matemáticas más brillantes del siglo XX y, entre ellas, la de una criptóloga que rompió con las barreras de género: Joan Clarke.
ENIGMA: IMPENETRABLE E ¿INDESCIFRABLE?
La Segunda Guerra Mundial tuvo un elemento que la diferenció del resto de los conflictos ocurridos hasta ese momento: fue librada en los campos de batalla sí, pero también fue una guerra de mentes, donde los avances científicos y tecnológicos jugaron un papel crucial.
En esa época, surgieron innovaciones que cambiaron para siempre la manera de luchas: aviones y bombarderos con motores a reacción, prototipos de ordenadores, fisión nuclear y avances en biología molecular. De hecho, en medio de esa vorágine tecnológica se encontraba la máquina Enigma, la máxima expresión de la capacidad científica y tecnológica de los nazis.
Enigma era una máquina de encriptado avanzada, utilizada para proteger todas las comunicaciones militares alemanas. Fuera creada por el ingeniero alemán Arthur Scherbius a finales de la Primera Guerra Mundial, y empleaba un mecanismo de cifrado rotatorio que permitía cifrar mensajes con una seguridad que parecía impenetrable: cada pulsación de tecla cambiaba el circuito eléctrico dentro de la máquina de manera diferente, generando una nueva configuración con cada letra.
La estructura de Enigma consistía en una serie de rotores y un tablero de conexiones, conocido como “steckebrett”. Los rotores podían intercambiarse y reconfigurarse, y cada cambio en la configuración de los rotores y las conexiones del tablero alteraba el cifrado del mensaje. Esto resultaba en un número casi infinito de configuraciones, lo que hacía que descifrar un mensaje sin conocer la configuración exacta fuese una tarea imposible. O, al menos, eso parecía hasta que un grupo de científicos y una sola científica – Joan Clarke - de Bletchley Park consiguió dar con la respuesta al encriptado.
EN BETCHLEY PARK
Bethcley Park era la sede de la Government Code and Cypher School (GC&CS) del Reino Unido, una institución creada en 1939 con un propósito claro y vital: romper el Código Enigma. La recién graduada en Matemáticas con honores por Cambridge, Joan Clarke, llegó a aquel centro el 17 de junio de 1940, recomendada debido a sus amplias capacidades en el campo de la criptografía. No obstante, a pesar de ello, inicialmente fue asignada a un grupo conocido como “Las Chicas”, que se dedicaba principalmente a tareas rutinarias de oficina, ya que en esa época, la criptología era un campo de trabajo destinado exclusivamente a hombres.
Sin embargo, el extraordinario talento matemático y las habilidades analíticas de Joan no pasaron desapercibidos. Pronto la trasladaron al Hut 8, una sección liderada por el famoso matemático Alan Turing y con la misión más ambiciosa de todas: descifrar el Enigma Naval (denominado Dolphin), considerado el más complejo de todos los códigos Enigma. En este grupo, pronto destacó Joan Clarke, convirtiéndose en la única mujer practicante de “banburismus”, una técnica criptoanalítica desarrollada por Turing que ayudaba a reducir la necesidad de “bombes” – los dispositivos electromecánicos que los criptólogos utilizaban para descifrar los mensajes encriptados.
En 1941, la captura de embarcaciones alemanas junto con sus equipos de cifrado y códigos proporcionó información crucial que ayudó a reducir el número de embarcaciones aliadas hundidas por submarinos nazis. Cabe destacar que, antes de obtener esa información, los submarinos nazis habían hundido 282.000 toneladas de barcos al mes entre marzo y junio de 1941. En noviembre de ese año, Clarke y su equipo lograron reducir ese número a 62.000 toneladas.
A pesar de estos logros, Joan Clarke enfrentó una gran discriminación debido a su género. Aunque fue ascendida a subdirectora del Hut 8 en 1944, su progreso se vio obstaculizadoy su salario fue mucho menor que el de todos sus compañeros masculinos. De hecho, para poder recibir una paga más justa, Joan fue clasificada burocráticamente como “lingüista”, a pesar de que no hablaba ningún otro idioma. Esta situación llevó a la científica a rellenar formularios con humor, indicando: “Grado: lingüista ; Idiomas: ninguno”.
EN LAS SOMBRAS HASTA 1971
A lo largo de toda su vida, Joan se enfrentó a una lucha constante por el recono... https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/joan-clarke-unica-criptologa-proyecto-enigma_22332
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