Descubren un nuevo posible planeta nunca antes visto

Un posible planeta, tan enigmático como revelador, ha surgido del silencio espacial. Se halla orbitando a TWA 7, una joven estrella a apenas 111 años luz de la Tierra, en la constelación de la Hidra. 

Este candidato planetario, de aproximadamente 100 veces la masa de nuestro mundo, y con una temperatura inesperadamente “tibia” de 47 grados Celsius, podría convertirse en la joya inaugural del telescopio espacial James Webb en lo que a imágenes directas de exoplanetas respecta.

Este hallazgo, liderado por la astrónoma Anne-Marie Lagrange del Observatorio de París y la Universidad de Grenoble Alpes, marca un paso crucial en la capacidad de la humanidad para ver, por primera vez y sin intermediarios, mundos ocultos por la luz abrumadora de sus soles. 

Usando el sofisticado instrumento MIRI y su coronógrafo, el equipo logró atenuar el resplandor de TWA 7 y revelar un tenue punto infrarrojo en una de las brechas del disco de polvo que la rodea. Un susurro térmico en la oscuridad.

TWA 7b

Este objeto, bautizado provisionalmente como TWA 7b, se sitúa a una distancia equivalente a cincuenta veces la separación entre la Tierra y el Sol, justo donde las simulaciones anticipaban la presencia de un planeta que explicara la forma del disco. En este “claro” cósmico, la dinámica del polvo y los escombros sugiere que algo con gravedad suficiente está modelando el entorno. Y es ahí donde se alza esta posibilidad planetaria, una huella gravitacional en la harina estelar.

En el arte casi alquímico de la imagen de alto contraste, los científicos lograron eliminar la luz residual de la estrella anfitriona mediante sofisticadas técnicas de procesamiento, revelando así esta fuente tenue. No es una galaxia de fondo, ni una anomalía del sistema solar. Es algo más cercano, más dinámico. Una escultura viva de materia en formación.

Evidencia de un disco troyano

TWA 7b, de confirmarse, sería el primer planeta identificado de forma directa dentro de un disco de escombros estelar, y podría ser el primero en ofrecer una pista observacional sobre la existencia de un disco troyano: una nube de polvo atrapada en la órbita del planeta. Hasta ahora, estos anillos interiores han sido teoría, simulación. Hoy, podrían estar a punto de convertirse en evidencia.

Esta estrella, también conocida como CE Antilae, es joven —apenas unos 6.4 millones de años, una infancia en términos estelares— y su disco, al estar orientado casi de frente hacia nosotros, representa una oportunidad única para los sensores del Webb. Gracias a su sensibilidad infrarroja, el telescopio puede explorar mundos de baja masa, invisibles hasta ahora para las técnicas tradicionales.

“Este descubrimiento abre una puerta nueva para explorar sistemas planetarios en formación”, ha afirmado Mathilde Malin, coautora del estudio desde la Universidad Johns Hopkins y el Instituto Científico del Telescopio Espacial en Baltimore. “Nos permite por primera vez ver cuerpos comparables a los de nuestro propio sistema solar en las fases iniciales de su existencia”.

Los investigadores advierten que aún queda trabajo por hacer: las observaciones actuales forman parte del programa 3662 del Webb y deberán ser verificadas con más datos para confirmar que TWA 7b no es simplemente una anomalía fugaz, sino un planeta auténtico. No obstante, la precisión del posicionamiento, su brillo y su firma térmica son todos indicios prometedores.

https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/descubren-nuevo-posible-planeta-nunca-antes-visto-unas-100-veces-masa-tierra-y-temperatura-cercana-a-47-grados-celsius_25391

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