Es un restaurante, pero fue otra cosa: una cueva, un milagro, un misterio, una obsesión. Aquí a un hombre lo tomaron por loco, pero el tiempo le dio la razón a sus delirios. O al menos los alimentó como se alimenta el fuego.Y no eran pocos: aquí, todavía, se dan cita lo paranormal, el Cardenal Cisneros , el emperador Constantino , las flores, los deseos, las psicofonías, los templarios, los masones, la guerra y el revuelto de morcilla (buenísimo). Todo tiene su sentido si nos olvidamos de la lógica tal y como la conocemos. Pero no se preocupen: la Tierra sigue siendo redonda.El hombre se llamaba Armando Rico , y en una era de Titulcia encontró un agujero en el suelo. Sí, así podría empezar esta historia: en un agujero en el suelo el señor Armando encontró una vocación . No era un agujero cualquiera, era la entrada a una cueva antiquísima en la que había monedas de Rómulo y Remo amamantándose con la loba capitolina. Había una cúpula, también, como si allí se hubieran realizado ritos más...